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Tuesday, September 30, 2008

La crisis del estatismo mundial

El actual tumulto financiero es "una crisis del capitalismo", dijo un vocero Partido Británico de Trabajadores Socialistas, tal como han repetido todos los buenos marxistas durante más de un siglo. "Un mercado financiero desregulado es un desastre", dijo Sheila Rowbotham, profesora de Historia de Género y de Trabajo en la Universidad de Manchester. Un candidato a alcalde de Londres añadió: "El capitalismo tuvo su oportunidad y falló, ahora es el turno del socialismo".

Me pregunto qué estuvieron fumando.

Hay que recordar que la crisis financiera empezó el año pasado con la caída del mercado de hipotecas subprime de Estados Unidos. Esas hipotecas son las consideradas de riesgo por el prestamista, porque el beneficiario no tiene ingresos estables o no tiene posibilidad de probar sus ingresos. Al momento de la caída la mitad de las hipotecas residenciales de Estados Unidos habían sido emitidas o eran garantizadas por Fannie Mae y Freddie Mac, dos de las llamadas "empresas respaldadas gubernamentalmente" o GSE (por las siglas en inglés). Al terminar el año pasado, ambas compañías habían financiado cuatro de cada cinco hipotecas. Fannie Mae fue creada por Franklin D. Roosevelt al empezar la Gran Depresión; Freddie Mac fue creada por el Congreso en 1970. Los inversores privados estaban felices de comprar los títulos emitidos por ambas empresas porque sabían que el gobierno federeal nunca las dejaría quebrar, lo que finalmente se confirmó la última semana cuando fueron renacionalizadas por Washington. Antes de que la crisis empezara, el mercado estadounidense de hipotecas era un estandarte del socialismo, sin rival en todo el mundo occidental.

El Acta de Reinversión en la Comunidad de 1997, que prohibió a los bancos hipotecarios el "discriminar" a los solicitantes pertenecientes a minorías, no ayudó en lo absoluto a la toma de decisiones financieras inteligentes. A cada paso de una decisión financiera se encuentra a un agente del gobierno acechando para hacer cumplir las regulaciones.

El sistema financiero de Estados Unidos está muy regulado. Habiendo sido creada en 1934, la poderosa Comisión de Valores e Intercambio (SEC) impone regulaciones en todo tipo de transacciones financieras, desde el registro de valores hasta la liberación de información corporativa. El Acta Sarbanes-Oxley de 2002 extendió aún más el campo de acción de la SEC. El Departamento de Justicia de Estados Unidos persigue a Presidentes Ejecutivos y a emprendedores (los máximos jerarcas de las empresas) y aquellos individuos que resultan convictos son a menudo castigados con largas condenas de prisión. El jueves, el fiscal general de Nueva York anunció que ha empezado una amplia investigación en el mercado financiero de ventas a corto plazo.

Cuando el Secretario del Tesoro (Ministro de Economía) Hank Paulson dice, "No creo en el capitalismo sin regulaciones", no está dando una primicia, está repitiendo el credo oficial de la política estadounidense por el último siglo. Ya estemos hablando de un socialismo financiero con un rostro capitalista o un capitalismo estatal con un fuerte sabor socialista, la decisión sigue siendo entre un vaso medio vacío y un vaso medio lleno.
La exportación parcial de las regulaciones estadounidenses a otros países ha llevado a la existencia de algo parecido a un estatismo financiero mundial.

Otra fuente de agitación financiera ha sido el acelerado aumento de la oferta monetaria (la cantidad de dinero que circula) por parte del banco central de Estados Unidos, la Reserva Federal, que se puede ver en la alta inflación y en las bajas tasas de interés. Por muchos años, los economistas de la Escuela Austríaca de Economía (los sucesores de Ludwig Von Mises y del ganador del Nobel, Friedrich Hayek) han alertado sobre el desastre que ocurriría si se seguía imprimiendo dinero para evitar los ajustes necesarios que ocurren naturalmente. Según ellos, esto lleva a una crisis aún peor.

No hay un motivo inherente para creer que el Estado puede regular eficientemente. El Estado está formado por hombres (políticos y burócratas) que responden a sus propios intereses y que tienen metas propias. Si hay una ganancia política que se puede conseguir al expandir el mercado de hipotecas y posponer la crisis para que los próximos políticos tengan que lidiar con ella, definitivamente se van a dar más hipotecas y se va a imprimir más dinero.

A pesar de eso, se ha desarrollado una falsa confianza en el poder del Estado para garantizar estabilidad. Algunos inversores han llegado a creer que, cualquiera sea el error que cometan, tienen derecho a obtener ganancias y el gobierno tienen la obligación de garantizar ese derecho. El rescate de Bear Stearns, de Freddie Mac, de Fannie Mae y de AIG fortalece esa creencia. Pero si algunas personas hacen malas inversiones y son liberados de la responsabilidad por sus propios errores, la carga de sus errores será transferida a otras personas, probablemente mediante una crisis peor.

Aún más, tal como muchos comentaristas han señalado, evitar que las grandes empresas financieras quiebren llevará a nuevos reclamos solicitando regulaciones más estrictas. Es una historia muy antigua: las intervenciones políticas del pasado crean las razones para las nuevas intervenciones.

La problemática financiera actual es en realidad una crisis del estatismo global. El socialismo ha fallado una vez más, probemos con el capitalismo.




Artículo de Pierre Lemieux
Email: pl@pierrelemieux.org
Fecha original de publicación 9/25/2008

Traducido por Gustavo Sosa (añadiendo aclaraciones)
Email: gussosa@montevideo.com.uy

Pierre Lemieux es un economista del Departamento de Ciencias de la Administración en la Universidad de Quebec de Outaouais y es investigador adjunto del Instituto Independiente.

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