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Thursday, March 25, 2010

China y la Escuela Austríaca

Se afirma con frecuencia que el caso de China y otros países semisocialistas, al tener muy altos índices de crecimiento, mucho mayores que el de la mayor parte de los países capitalistas, ponen en tela de juicio a la teoría económica de la escuela austríaca.

Sin embargo esto es falso. El caso de China en absoluto contradice a la teoría austríaca. Es un error suponer que según esta teoría las tasas de crecimiento de los países capitalistas deba ser mayor que la de los países semicapitalistas, como el caso en cuestión. Perfectamente puede ser al revés. Es un resultado completamente lógico que una economía que recién empieza a abrirse al capitalismo aunque aún mantenga un fuerte control estatal, crezca mucho más rápido y sostenidamente que sus contrapartes más capitalistas. Puesto que la primera tiene aún costos muy bajos de mano de obra, un mercado con escasos competidores y niveles de inversión per cápita muy inferiores, y una sociedad con un nivel de consumo muy inferior. Y como consecuencia de todo eso, con un espacio de crecimiento de la oferta y la demanda muy superior que la de las sociedades que son capitalistas desde hace mucho tiempo, con el fenomenal nivel de oferta y demanda que los caracteriza. Lo que sucede en China no es distinto a lo que sucede en cualquier economía cuando empieza a recuperarse de una crisis: crece más rápido al principio y luego la tasa de crecimiento empieza a ser menor a medida que avanza la recuperación. Y eso sin ningún cambio fundamental en el modelo económico durante el proceso.

Por otro lado, la propia presencia de países capitalistas favorece enormemente el crecimiento de los países más pobres. Los primeros países que fueron alcanzando altos niveles de vida lo hicieron en un mundo con escaso capital, y el crecimiento era por tanto menor en sus inicios de su desarrollo capitalista. En cambio, en los inicios del desarrollo capitalista de los países pobres de la actualidad, ya existe un enorme volumen de capital disponible. China se desarrolla gracias al empuje del consumo y el capital extranjeros, provenientes del mundo capitalista ya desarrollado, ventaja de la que éstos no disponían cuando empezaron.

Sin embargo, el fuerte control estatal y la aún problemática inseguridad jurídica y los derechos de propiedad (muy precarios para la mayor parte de la población china), sumado a la inseguridad política de muchas etnias, determinará que, si se mantienen esas condiciones, el nivel económico de China jamás va a alcanzar el de los países más capitalistas1. Mucho antes que esto pueda suceder, la tasa de crecimiento en algún momento, más temprano que tarde, va a decaer a un ritmo igual o por debajo de la de sus pares capitalistas, e incluso hacerse negativa y empezar a sufrir las primeras crisis económicas. Esto se va a dar de aquí a unos años, necesariamente. China es aún un país muy conflictivo. Y el desarrollo económico y social no llega muy lejos bajo estas condiciones.

China aún está muy lejos de ser un ejemplo para el mundo. Se ha beneficiado enormemente del gigantesco volumen de capital global, para el cual los bajos salarios, los altos rendimientos y tasas de interés, todo debido al escaso nivel de capital en relación a los países más desarrollados, son un gran atractivo. Pero las cosas no serán tan fáciles en un futuro próximo sin las necesarias reformas que la deberá conducir a un mayor grado de liberalismo en todos los niveles.

Notas

[1] el PBI per cápita de China es actualmente la mitad del de Uruguay, por ejemplo.

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