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Sunday, August 15, 2010

Austrian Diary 2010 VI

El estado regulador


Quienes defienden la existencia del estado regulador siempre lo hacen bajo las mismas premisas básicas: se necesitan regulaciones estatales para solucionar o evitar todos los problemas e incertidumbres del mundo. La pregunta es ¿lo han logrado? Son personas que no aceptan la existencia de la incertidumbre, y que encima creen que poniendo al mundo en manos de individuos iluminados que imponen reglas iluminadas, todo se va a solucionar mágicamente, en contra de lo que la realidad nos muestra.

Bajo un régimen de libre competencia, protección de la propiedad privada y la vida de los individuos y un sistema jurídico independiente del poder político que funcione en base a los principios elementales del derecho, «(...) la competencia, la necesidad de ofrecer un buen servicio/producto para poder sobrevivir, la responsabilidad de los daños provocados, y el prestigio de una marca, son las principales motivaciones para buscar la excelencia en el servicio, o por lo menos para no defraudar al consumidor.»

Derrumbando las ilusiones estatistas (apuntes sobre el derrumbe en Villa Urquiza)


Ineficiencia de la planificación central


El modelo productivo neocelandés, sustentado en la producción agrícola, tiene un fuerte componente de planificación centralizada, que no le permite ajustarse a los cambios de forma adecuada. Actualmente se está comenzando a cuestionar este modelo dado su empobrecimiento progresivo. Ahora le toca pensar en otro modelo planificado desde el estado o elegir un modelo más liberal. El primer camino es el gran peligro al éxito que ha tenido nueva zelanda en los últimos tiempos. En lugar de permitir que cada productor se adapte de acuerdo a su entender y éste compita con los demás, haciendo que sobrevivan las mejores ideas, se embarca a todo el sistema productivo en la misma dirección, y para colmo todo depende de voluntades políticas.

Ni un modelo productivo centralmente planificado ni uno pensado por un privado, garantizan el éxito o el fracaso. El problema es, cuando el modelo es centralmente planificado, el fracaso hunde a todo el aparato productivo, mientras que en ausencia de planificación central, los privados que hacen mal las cosas sólo afectan su propia empresa, y los que hacen bien las cosas son rápidamente emulados, sin tener que pedir permiso a los políticos. El problema es, el modelo centralmente planificado depende de voluntades políticas, de votos, de presiones de lobbies, y gana el más fuerte o el que esté más cercano al poder. En un sistema no planificado cada empresario tiene la libertad de elegir su propio camino, y sobreviven las ideas eficientes y desaparecen las ineficientes. La vida en la tierra ha sobrevivido en el mundo gracias a la diversidad de formas de vida, no gracias a una planificación central donde todos los seres vivientes han de adoptar las mismas conductas, formas y estrategias de supervivencia.

Uruguay, ¿debe orientarse hacia una planificación del agro que emule al sistema neocelandés? ¿o debe eliminar todo rastro de planificación y dejar libre el camino a los empresarios?

Cambiando el chip


Independencia judicial I


Siguiendo la línea de fenómenos provocados por la falta de independencia judicial, tenemos el caso de los menores infractores:

Menores: se abre paso la idea de no borrar legajos

Más allá de lo positivo que sería que no se borren los precedentes de los menores una vez cumplida la mayoría de edad, lo trágico aquí es que el sistema judicial no sólo esté maniatado por el poder político para que esto haya sido así durante décadas, sino que además dependa una vez más de ese mismo poder político para que pueda sacarse esa limitación de encima.

¿hasta cuándo los jueces permitirán que la política intervenga en la justicia? El problema de seguridad que tenemos en la actualidad proviene de la incapacidad del poder judicial de dictaminar de acuerdo a los principios elementales del derecho, y en cambio en tener que hacerlo de acuerdo a los límites impuestos por la política y la ideología gobernante de turno (que, dicho sea de paso, es lamentable en buena parte del frente amplio, como lo muestra la noticia del artículo).


Independencia judicial II


Artículo en La Diaria:

¿Tiene la suprema corte de justicia que pedirle permiso al presidente para dictaminar en contra de una ley no sólo anticonstitucional, sino peor aún, contraria a los principios elementales del derecho? ¿tiene que someterse a una ley contraria a la defensa de los individuos sólo porque una mayoría plebiscitaria así lo dictaminó? ¿está bien que la mayoría imponga su "justicia" a la minoría? Todo esto también deberían preguntárselo aquellos que votaron en contra de la ley de caducidad, porque también ellos creen que las mayorías tienen el derecho a negar los derechos a las minorías y peor aún, la mayoría de ellos, como bien sabemos, aplauden ciertos sistemas totalitarios, y votan contra la ley de caducidad no porque sean luchadores por los derechos humanos, sino porque son luchadores por los derechos humanos de quienes piensan como ellos (el resto, merece la cárcel, la persecución, y hasta la muerte)

Pero los verdaderos derechos humanos son iguales para todos, sin importar cómo piensen. Hace poco leí una frase en algún lado que ahora no recuerdo, que decía algo así como: "los verdaderos defensores de los derechos humanos son aquellos que también defienden los de sus enemigos".

2 comments:

  1. Lobo,

    En 1765, John Adams defiende a los soldados ingleses, falsamente acusados por agitadores de haber ejecutado a ciudadanos de Boston. O sea: defendió a sus enemigos. El episodio está muy bien reproducida en la serie "John Adams" en DVD.

    Saludos,

    Agustin

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  2. Agustín,

    si algo honra especialmente mi blog son tus comentarios! :)

    Es probable que esa frase la haya leido en tu blog.

    Voy a ver si consigo esos DVDs, esas cosas son interesantísimas.

    saludos!

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