Pages

Friday, July 20, 2012

Por qué abolir la prohibición de las drogas

El problema puede enfocarse tanto desde el punto de vista ético, como desde el punto de vista práctico, dependiendo de a quién nos estemos dirigiendo.

Desde la ética libertaria, la prohibición del uso y comercialización de las drogas atenta contra la libertad del individuo de hacer con su vida lo que le de la gana. Y ahí termina todo. Por supuesto, este argumento sólo es válido para convencer a quiénes de antemano reconocen ese derecho en los demás. Es inútil para convencer a aquellos que creen que cada individuo es propiedad de la sociedad y que reducen la vida política de una sociedad a una mera lucha de intereses mediante el uso de la fuerza (abierto, o bajo amenaza) en el cual la parte más fuerte se debe imponer sobre la más débil, aunque sea disfrazada del lindo traje de la democracia, que no es más que la idea de que las mayorías tienen el derecho de imponerse a las minorías y controlar sus vidas (utilizando el monopolio del uso de la fuerza, es decir, el estado, con ese propósito).

Pero desde el punto de vista de la moral prohibicionista,  se establecen serios dilemas ya que con ese criterio habría que prohibir una enorme cantidad de actividades y conductas peligrosas o dañinas que hoy a nadie se le ocurre prohibir.

Sin embargo, en este artículo me voy a enfocar en las contradicciones de los argumentos prácticos de los prohibicionistas, ya que es aquí donde podemos observar una abismal contradicción entre argumentos y realidad, donde los resultados son completamente opuestos a los supuestos efectos beneficiosos que se le atribuyen desde dicha línea de opinión. Y además, porque lamentablemente parece que a pocos estatistas, independientemente de su signo ideológico, le interesan las contradicciones e hipocresías morales. Tales argumentos se basan en el enorme simplismo de que como la droga es mala (aunque no siempre lo es, pero eso es otro tema, ver apéndice) entonces al prohibirla se están salvando vidas o mejorando la calidad de vida de individuos y familias. Pero tanto la razón como la experiencia muestran que las consecuencias de la prohibición son todo lo contrario.

En efecto, los principales problemas son los mismos que se constataron cuando en los años 20 se prohibió la comercialización de alcohol en EEUU. Como los ciudadanos más pacíficos y menos arriesgados dejan de comercializar el producto prohibido, el comercio se mueve hacia las bandas criminales, los cuales a su vez, dada la situación de escasa competencia de oferta que genera la prohibición, se convierten en verdaderos oligopolios con beneficios económicos astronómicos que financian la actividad delictiva en todo el mundo. ¿El resultado? mucho más delito y peor, muchas muertes e inseguridad, muchos individuos y familias destruídas por el incremento del delito. Un caso extremo del fracaso del prohibicionismo lo podemos constatar en México. ¿Dónde está entonces el efecto beneficioso de la prohibición? A eso debemos agregar el enorme malgasto de recursos que el estado desvía para intentar ganar una guerra que nunca van a ganar, imposibilitando que jueces y policía atiendan los problemas de inseguridad y jurídicos de la población de forma más eficiente, y consumiendo inútilmente el dinero de los contribuyentes, logrado con gran esfuerzo y trabajo.

Aún peor, el sólo hecho de que se constaten estas terribles consecuencias, demuestra que el prohibicionismo ni siquiera logró atacar de forma eficiente la demanda de drogas. En caso contrario, el negocio de la droga sería marginal y no existiría el grave, y cada vez más serio, problema del narcotráfico.

Aquellos que estén realmente preocupados por el uso de drogas, deberían favorecer el uso de sus aportes económicos en el sentido preventivo, educativo, informativo, etc, y no en una prohibición cuyas consecuencias, y la realidad lo dice, son muchísimo peores que las que se pretenden evitar. Y lamentablemente, es cada vez peor.

Finalmente, quisiera destinar los últimos párrafos a la idea del gobierno uruguayo de "legalizar" la marihuana, convirtiéndose el estado en único proveedor legal. Es posible que eso implique al comienzo alguna mejora al incrementar la oferta. Sin embargo, en líneas generales, considero que es una mala idea, de consecuencias imprevisibles, y destinado a fracasar. Se me ocurren muchas maneras de que tal proyecto fracase. Desde el desvío de la producción estatal hacia el mercado informal (sólo basta ver qué sucede con el dólar en algunos países con gobiernos dictatoriales, donde el mercado informal existe y crece a pesar de que los controles son cada vez más cerrados), pasando por la inevitable corrupción e infiltración que va a sufrir, primero, un ente estatal monopólico de tal naturaleza, para alimentar las necesidades del mercado informal, y luego, la política en general, para sostener esa fuente de alimento de la criminalidad. También sufriremos probablemente el subsidio de tal actividad y por lo tanto del mercado informal, con dinero de los contribuyentes, incluyendo de aquellos que no están de acuerdo con que su dinero se utilice con esos fines.

La única solución sana es definitivamente la liberalización total. Con una ley que "legalice" la producción sólo para el estado, las cosas se pueden volver aún mucho peores. Los resultados de la liberalización en cambio, están probados en los hechos. La oferta que un mercado liberado puede brindar es mucho mayor, y no va a estar en manos de unos pocos políticos, lo cual en el caso de las drogas es sinónimo cantado de corrupción. No existe delincuencia alrededor de la comercialización de alcohol o tabaco, por ejemplo. Y drogas legales como la salvinorina (ver este interesantísimo caso, desde el punto de vista legal y jurídico, en http://en.wikipedia.org/wiki/Salvia_divinorum) disponen de un control de calidad a las que es imposible someter a las drogas ilegales, y como consecuencia, son adulteradas y mezcladas con todo tipo de sustancias que resultan en sustancias mucho más dañinas, adictivas y fuera de control.

Creo, por todo esto, que sólamente legalizando la marihuana va a ser insuficiente. La legalización debe abarcar todas las drogas actualmente prohibidas.

Apéndice

La siguiente tabla comparativa muestra la adictividad y la toxicidad en términos de relación dosis activa/dosis letal, de diferentes sustancias psicoactivas.
Esta tabla no muestra la toxicidad en términos de efectos sobre el organismo, y está claro que sustancias como la cocaína o la heroína son mucho más dañinas que el alcohol. Pero por ejemplo, en el otro extremo, encontramos el caso de la psilocibina (una sustancia natural, prohibida en la mayoría de los países, que se encuentra en el género de hongos Psilocybe), sobre la cual no sólo no se han encontrado efectos nocivos sino que incluso parece tener algunos efectos psicológicos beneficiosos a largo plazo (ver por ejemplo, http://www.erowid.org/search.php?q=psilocybin), lo que ilustra el nivel de irracionalidad y arbitrariedad que se puede alcanzar detrás del prohibicionismo. Para cualquiera interesado en el tema, el sitio Erowid abunda en documentos académicos y estudios particulares sobre los efectos de una gran cantidad de sustancias psicoactivas en el ser humano.

No comments:

Post a Comment